pero sí nociones morales y enseñanzas para sus futuros seguidores. No existen datos históricos
suficientes para escribir la biografía auténtica de Jesús, pues lo que ha llegado hasta hoy es el fruto
de la tradición oral, y solo más tarde fue registrado por los evangelistas. Además, la destrucción de
Jerusalén por Tito borró los datos fidedignos referentes al Maestro, y la historia tuvo que recurrir a la
memoria de los cristianos para- componer, poco a poco, un relato lleno de fantasía, opiniones y
disgresiones personales, aunque todo lo descrito tenga la tónica poética, mística y cierta unidad, que
resalta la figura mesiánica de Jesús.
Cuando Jesús cumplió los diecinueve años, José de Arimatea se interesó muchísimo por aquel
joven místico, inteligente y generoso, cuya vida era diametralmente opuesta a los intereses del
mundo. Entonces lo hizo entrar en los sitios donde se estudiaba y recibían comunicaciones de los
"muertos", fenómenos ocultos que en aquella época se conocían por "Cabala". Jesús se dedicó con
gran estima a esa doctrina que le era muy simpática, desahogando su espíritu con el intercambio
espiritual. Durante el día trataba de auscultar a las personas en su idiosincrasia, y por la noche se
entregaba a los estudios esotéricos. Algunas Veces intentó emplearse en Jerusalén, sin alcanzar
éxito, pero jamás abandonó sus investigaciones sobre el mundo oculto, ni se apartó de su amigo,
José de Arimatea.
En realidad, desde los doce a los treinta años, parecía que deseaba evitar todo contacto con el
mundo profano, como si fuera a condensar sus fuerzas para la determinación final que lo conduciría
al Calvario. Por esa causa, ninguno encuentra hechos ostensivos que resalten su figura en medio del
pueblo y sus autoridades. Aunque la historia profana haya olvidado registrar la presencia del Maestro
Nazareno, no hubo personaje alguno en todos los milenios transcurridos que haya asumido su
contextura moral, que aun hoy sirve de modelo para las nulidades superiores.
Pregunta: ¿Por qué hay tanta diferencia entre los relatos de los evangelistas, sobre la vida de
Jesús?
Ramatís: Juan y Mateo hablan con más particularidad del Maestro, Porque lo acompañaban en
sus pregonaciones que dictaba más allá de Galilea, Lucas recopiló noticias de cierta consideración
entre los compañeros de Jesús, y alguna persona que le habían conocido. Marcos compuso su
historia Con el material que recogió entre loa que visitaban su casa, cuando hacían reuniones
cristianas. De ahí parten algunas contradicciones o incoherencias que se evidencian en los cuatro
relatos, pues la descripción o comentario de aquel que “escucho”, por boca ajena es muy diferente al
que lo vio personalmente.
Las dudas y contradicciones halladas en los relatos de los cuatro evangelistas, pertenecen a los
detalles y pormenores de la vida del Maestro, y su efecto, no llegan a alterar la esencia de sus ideas y
enseñanzas. Puede haber diferencias de poca importancia en los relatos de sus curas, alteración
cronológica de sus peregrinaciones o acontecimientos mesiánicos, pero sin llegar a quebrar el hilo de
oro que liga a las perlas de su doctrina. Cada uno de los relatos de los evangelistas se identifica con
los tres restantes, aunque varíen en su forma de expresión. Entre lo que ellos oyeron, escribieron o
dijeron, y los relatos que llegaron hasta vuestro siglo, a veces, hay contradicciones bastantes
absurdas debido a la intervención que más tarde sufrieron los cuatro evangelios para atender a
ciertos intereses religiosos. No podemos tildar a los evangelistas de capciosos o livianos, si primero
no identificamos la exacta realidad de sus narraciones.
Cuando las autoridades religiosas dieron forma a la nueva Iglesia, ajustaron relatos articulares a
la biografía de Jesús, interponiendo a los evangelios originales algunos mitos que eran consagrados
por otras creencias. El Cristianismo en su forma iniciática estaba desprovisto de ritos,
liturgias, ofrendas y compromisos religiosos, cosa que se evidenciaba a través de las sencillas
reuniones efectuadas en las casas de los discípulos y de aquellos que quisieran reunirse "en su
nombre". La autoridad máxima entre los apóstoles, discípulos y fieles estaba representada
por la debida compostura moral y la pureza de intenciones, pues no había clima favorable para
jerarquías de nin-guna especie, ni vanidad para que nadie se juzgara como Maestro o líder. Jesús
estaba vivísimo en el alma de aquella gente, simple y pura de corazón, y sólo a él le dedicaban
devoción y rendían homenaje. Por eso, los primitivos relatos de los evangelistas no admitían
jerarquías, ceremonias de
144