Investigaba sobre las prácticas de la vieja iniciación en la India, en Egipto y en Grecia, y su
espíritu asimilaba con increíble rapidez el contenido iniciático de cada escuela. Descubría con gran
facilidad las raíces fundamentales del ritualismo simbólico, y aunque era joven, sus conceptos valían
tanto como la palabra de los cotizados Maestros de la época. Entre los esenios, se distinguía por el
gran respeto que tenía hacia todos los credos y movimientos espiritualistas; su apreciación para el
trabajo religioso en el mundo era de absoluta universalidad. Los viejos ancianos de los santuarios
situados en las grutas de los montes Horeb, Carmelo, Moab y Tabor afirmaban que se trataba de un
joven destinado para importante misión entre los hombres. Ellos opinaban, que debería entregarse al
trabajo de esclarecer a las multitudes. Mientras tanto, el joven Jesús, sea por su humildad o porque
consideraba prematura cualquier decisión en ese sentido prefería guardar silencio al respecto.
Algunas veces, cuando los maestros esenios insistían sobre el asunto, respondía: « ¡La voluntad de
mi Padre, que está en los cielos, me indicará la hora de mi misión!» No se consideraba un ser
diferente, ni superior al hombre común, sino, una criatura que apenas tenía un ideal, que no era
patrimonio de la mayoría.
Además, las barreras fluídicas que separan al mundo espiritual del terráqueo le impedían tomar
posesión total de su extraordinaria conciencia, puesto que se sometía disciplinadamente a la Ley que
viniera a cumplir. Su juventud estaba colmada de éxtasis y visiones, causa por la cual lo ridiculizaban
en la sinagoga, pues los viejos y conservadores rabíes protestaban contra sus ideas avanzadas. En
ese ambiente hostil para sus conceptos, lo consideraban un visionario porque afirmaba que el Dios de
Israel también bendecía a los romanos y a los infieles.
Jesús sentía en sí la asombrosa y fortificante fuerza que lo conducía hacia un objetivo superior,
de implacable renuncia, y por veces, entreveía en lo íntimo del alma la fugaz imagen de su futuro
sacrificio programado por lo Alto. Pero, con el tiempo se fue habituando a hablar con absoluta
confianza bajo el impulso directo del Ego Superior, y a medida que su espíritu se manifestaba
ampliamente dominaba la potencia esclavizante de la carne y se abrían sus amplios conocimientos
espirituales en favor de la humanidad.
Pregunta: ¿Cuáles fueron los pueblos o naciones que comprendían y apoyaban las enseñanzas
de Jesús?
Ramatís: Grecia, Egipto y la India, recordaban a Jesús en sus enseñanzas evangélicas y
comenzaron a preparar sus programas de actividades de acuerdo al ejemplo que sembraba el
Maestro, y Jesús, por intuición sentía como su alma influía espiritualmente en la conciencia de esas
naciones. Su perspicacia en comprender a las multitudes, estudiándoles la psicología y
descubriéndoles las vulnerabilidades en los caprichos, sufrimientos, cupidez, astucia e ingenuidad lo
ponía a la altura de un pensador inigualable.
El Maestro sometía todas sus observaciones a un meticuloso examen, predominando su espíritu
universalista. No tomaba por adversarios a quienes se sentían ofendidos y devolvían ingratitudes ante
su generosidad mal comprendida; clasificaba al hombre según su imprudencia e ignorancia, en lo
concerniente a prepararlo para su ventura espiritual. En Jerusalén, su curiosidad insaciable lo llevaba
a visitar curanderos, cartomantes, magos y rabíes, sacerdotes y discípulos, profetizas y astrólogos,
hipnotizadores y profetas, escribas e ilusionistas, filósofos y adoctrinadores, esclavos y señores. De
todas sus observaciones extrajo conocimientos muy importantes para su misión. Entonces, al ver
tantas contradicciones humanas, lleno de tristeza, aconsejaba con gravedad a los ricos, avarientos y
endurecidos que se olvidaban de los pobres e inválidos.
Pregunta: Si los evangelios son los relatos auténticos sobre la vida de Jesús, ¿por qué causa
omitieron los hechos ocurridos entre los 12 y los 30 años de edad?
Ramatís: Después de los doce años, Jesús pasó a vivir en una especie de recogimiento
espiritual, sin muchas preocupaciones públicas. Buscaba la naturaleza para tranquilizar a su alma
afligida; vivía la vida más mental, reflexiva, en una profunda auscultación espiritual. Dejó los ruidos
del mundo terreno para refugiarse en las emociones del mundo espiritual. De esa forma, no se
registraron acontecimientos de mayor importancia para que el pueblo pudiera recordar. Aun debemos
agregar, que la historia relatada en el Nuevo Testamento no es la descripción objetiva de su vida,
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