Pregunta: Quisiéramos una idea más amplia respecto a Jesús, como "Salvador" de los hombres,
conforme dijisteis anteriormente.
Ramatís: Las profecías del Viejo Testamento se referían a un Mesías, elegido de Dios, "Salvador"
de la humanidad terrena y libertador del Pueblo de Israel, cautivo de los romanos. Pero, los profetas
no explicaron cómo sería la naturaleza de esa "salvación", ni tampoco dejaron indicios algunos para
que fuera esclarecido por los exegetas modernos. Sin embargo, la humanidad del siglo XX está muy
capacitada para entender el sentido exacto del vocablo "Salvador", como así también, la naturaleza
de la tarea realizada por Jesús junto a los hombres.
Su magnífico Evangelio, como un "Código Moral" de las costumbres y reglas de la vida angélica,
proporciona la "salvación" al espíritu del hombre, liberándolo de los grillos del instinto animal y de las
ilusiones de la vida material. Esa "salvación" sin embargo, se amplía en otro sentido, porque los
redimidos o "salves" de sus pecados, quedarán libres de la emigración compulsoria hacia el planeta
inferior, cuyo proceso rige en la actualidad, simbolizado por el "Fin de los Tiempos" o el "Juicio Final".
Los evangelizados o "salvados" de las cadenas de las pasiones de la animalidad deben
corresponder al simbolismo del "trigo", de las "ovejas" o a la "derecha" del Cristo, cuya humanidad
será, perfectamente seleccionada para actuar en el Tercer Milenio dentro de las reglas amorosas del
Evangelio redentor.
Pregunta: ¿Qué nos podéis explicar sobre la afirmación que hace la Iglesia Católica, de que
Jesús era el "Hijo de Dios" como segunda persona de la Santísima Trinidad, manifestada en la
carne?
Ramatís: Jesús nunca afirmó que fuera el propio Dios manifestado en la segunda persona de la
Santísima Trinidad, ni tampoco dijo que fuera diferente en su naturaleza orgánica. Dejó muy aclarada
su condición como hermano de todos los hombres, sin excepción alguna, e hijo del mismo Dios,
principalmente cuando enseñaba a sus discípulos: "Yo voy a mi Padre, a vuestro Padre, a mi Dios y a
vuestro Dios". En ese concepto, es evidente, que se refería a Dios como Padre de todos los hombres,
y a todos los hombres como hijo del mismo Dios.
Pregunta: ¿Nos podéis citar algún hecho o versículo del Nuevo Testamento, que nos demuestre
que Jesús no era el mismo Dios encarnado?
Ramatís: Dios, el Absoluto, el Infinito, jamás podría oprimirse a las limitaciones de las formas
humanas, así como un pequeño lago no podría soportar o contener el volumen de las aguas del
océano.
La tierra, planeta de educación primaria, que se mueve en medio de otros planetas mucho más
evolucionados, jamás justificaría la derogación de las leyes del Universo Moral, en el sentido, que el
mismo Dios tomara la forma humana para "salvar" a la humanidad terrícola, todavía dominada por la
cupidez, sensualidad, avaricia, celos y orgullo. Sería tan absurdo, como convocar a un sabio de la
categoría de Einstein para que enseñara los principios de la aritmética a los alumnos primarios.
Dios nunca precisaría encarnarse en la tierra para despertar a los terrícolas hacia los objetivos
superiores de la vida inmortal. La revelación espiritual no se hace de golpe, se proporciona en forma
gradual y conforme al entendimiento y progreso moral de los hombres. Por eso, en épocas
adecuadas bajaron a la tierra instructores espirituales como Antulio, Numú, Orfeo, Hermes, Krisnha,
Fo-Hi, Lao-Tsé, Confucio, Buda, Maharshi, Ramakrisnha, Kardec y Ghandi, para atender a las
características e imperativos morales y sociales de sus pueblos. Jesús, por último, sintetizó todos los
conocimientos cultivados por sus precursores, y aún, por aquellos que vinieron más tarde. Su
Evangelio, es la suma de las reglas y leyes del "Código Espiritual" estatuido por lo Alto, a fin de
promover al hombre definitivamente a la ciudadanía angélica.
Además, es Jesús quien nos comprueba que no es el mismo Dios, porque desde lo alto de la
cruz, en uno de sus momentos más significativos, exclamó: "¡Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen!" Por consiguiente, es lógico y muy evidente que la súplica al Padre, rogando por sus
verdugos, demuestra que en la cruz del martirio estaba padeciendo "un hijo espiritual", hecho
hombre, pero no Dios.
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