Por esa causa, Jesús no pregonó una doctrina originariamente desconocida, pero en su misión
redentora debía limpiar las viejas doctrinas de sus vicios e incongruencias, avivándoles la esencia
adormecida y el sentido liberador petrificado bajo la liturgia pagana, las interpolaciones deformantes
en base al interés religioso. Sin embargo, aun hoy se vuelven a repetir los mismos vicios de antaño,
pues la Verdad realzada por Jesús se halla nuevamente asfixiada por los dogmas supuestamente
infalibles y por los melodramas aparatosos sobre la pasión y la crucifixión. La sencillez y pureza
iniciática del Cristianismo se encuentran petrificadas por las prácticas litúrgicas modernas, que
además de ser exhaustivas e inútiles terminan por anular la figura del Maestro ante una fantasía
circense. Cuando el creyente vibraba y sentía las enseñanzas liberadoras de Jesús, se hallaba ago-
tado por el largo peregrinaje entre símbolos, dogmas y misterios religiosos; así como el viajero que
desfallece ante la fuente de agua cristalina, por estar agotado al tener que desplazar los obstáculos,
colocados adrede por el hombre.
Pregunta: Aunque nosotros concordemos en vuestros decires sobre la verdad del Maestro Jesús,
que llegó hasta nuestros días por la tradición espiritual; sin embargo, ¿cómo fue posible, alcanzar esa
meta a pesar de tantos sofismas, interpolaciones y fantasías que los hombres introdujeron en sus
enseñanzas?
Ramatís: En verdad, el sacerdocio organizado ha hecho del Hombre Luz un personaje irreal, cuya
figura es retocada continuamente en cada concilio sacerdotal, mezclando la realidad con la fantasía y
la lógica con la aberración. Mientras tanto, no tengáis la menor duda, que el tiempo del reajuste tan
deseado ya se aproxima, y muy pronto tendréis conocimientos dé la fuerza original que encierra la
obra de Jesús, pues es bueno resaltar, que habiendo sido un Ángel descendido de lo Alto, vivió una
vida coherente y conforme a las leyes del mundo.
El Jesús que hoy es adorado por las religiones terrenas no es el mismo Jesús que respiró el
oxígeno de la tierra; es una fantasía imposible de ser conceptuada entre las mismas contradicciones.
El protestantismo, que pretendió revivir la sencillez del Maestro, acondicionándole algo de humano,
también se asustó ante el miedo al sacrilegio y prefirió dejarlo envuelto en el velo de la fantasía
milagrosa. La reforma de Lutero, rebelándose contra los dogmas seculares y el fausto sacerdotal, que
ironizaban la pobreza del Maestro Nazareno, desgraciadamente eligió la Biblia como un Señor
absoluto, incondicional, que se transformó en autoridad implacable para derribar posibles dudas e
innovaciones. El pensamiento dinámico y evolutivo de los protestantes se paralizó, regresando
rápidamente hacia el fuerte de la Biblia —que aún lo reconocemos como libro que contiene revela-
ciones útiles— pero que no puede sustituir la libertad de pensar. Ese libro, apenas ayuda a razonar
sobre la Verdad Divina. A nuestra forma de ver las cosas, con esas religiones imperantes, sólo hubo
un cambio de autoridad envejecida por otras más nuevas; pero en forma alguna se solucionó el
problema de desvestir a Jesús de la aparatosidad pagana y de su aura de mago de feria.
Mientras tanto, los sofismas, tronchamientos, interpolaciones y la desnaturalización de ciertos
pasajes sobre la vida del Maestro Jesús, no consiguió oscurecer su trayectoria desde la Palestina
hasta nuestros días, porque su rúbrica fue el sacrificio sangriento de la cruz y su investidura espiritual
la demarcó por su Infinito Amor hacia la Humanidad.
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