predisponía para los fines perseguidos por el Maestro; por eso, vibraban intensamente con los cua-
dros que les mencionaba en sus pregonaciones. Era una deliciosa invitación hacia el reino prometido,
donde había un Dios excesivamente amoroso, un Señor que acrecentaba las alegrías y favores de
sus súbditos sin exigirles ofrendas, compromisos y tasas religiosas insoportables. Era fácil ingresar a
ese reinado de felicidad, pero primero debían aprender en la tierra a liberarse de las riquezas, del
orgullo, vanidad, codicia, maldad, de la ira y de la envidia. Si bien el hombre debía hacer hercúleos
esfuerzos para adquirir los bienes del mundo, encontraba mucho más fácil abandonarlos y podía con
cierta facilidad controlar los ataques de orgullo y de ira. El profeta de Nazaret .pedía muy poco y ellos
vivían casi todo lo que él les solicitaba. Les amenizaba la vida enseñándoles a ser venturosos en
medio de la pobreza y el sufrimiento; les ofrecía justas compensaciones ante las vicisitudes y
trastornos de la vida humana. Decía reiteradas veces: "Procurad primero el reino y la justicia de Dios,
y todo lo demás os será dado por añadidura"
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Pregunta: Lo que nos sorprende mucho, es el silencio que guardan los historiadores profanos
respecto a Jesús, ya que su movimiento abarcaba casi la totalidad de la población judaica,
esencialmente a los pobres.
Ramatís: La Buena Nueva pregonada por Jesús atraía a las multitudes, a pesar de los pesimistas
y sarcásticos que juzgaban de fantasioso al pregonador, y que además caminaba infructuosamente
por los caminos de Palestina, intentando realizar una vez más, la tarea comenzada por otros
precursores, pero que no tenía fuerza para modificar al pueblo y al Clero judío. Sin embargo, el
Maestro no necesitó de la ayuda de la historia profana para llegar hasta nosotros, por una razón
simple e incontestable, su doctrina y pregonación no estaba destinada a las formas del mundo
transitorio, ni destacaba los valores que se clasificaban en las tablas convencionales de la sociedad
humana. Era un mensaje de quilate espiritual, dirigido al sentimiento del espíritu encarnado; le
reavivaba las virtudes, las cualidades y los poderes ocultos, latente en la intimidad de su esencia
divina. Jesús estimulaba en lo profundo del corazón humano el sentimiento angélico, de origen
celestial, pues reiteradas veces decía: «el hombre fue hecho a imagen de Dios» y el «Creador y la
criatura son uno».
No tiene importancia que la criatura humana no haya mencionado en la historia terrena el pasaje
de Jesús de Nazaret, el Mesías tan esperado, pues sus amigos, fieles, discípulos y apóstoles
continúan enseñándolo en nuevas reencarnaciones físicas, avivándole la memoria y asegurándole la
existencia a través del inmortal recuerdo del espíritu. El perfil del Jesús histórico es dudoso, porque
tendríamos que ayudarnos con los precarios registros de los hombres, en base a un mundo sometido
continuamente a las catástrofes, guerras y luchas que deforman, truncan y destruyen vestigios,
reliquias y datos concernientes a cada época. Pero, es innecesario, porque su vida y obra quedaron
grabadas en el alma de la humanidad, reactivándose con más nitidez a medida que transcurre el
tiempo, pues el mismo Maestro en una perfecta visión del temperamento variable de los hombres,
exclamó: "Pasará el Cielo y la Tierra, pero mis Palabras no Pasarán".
Pregunta: Sin embargo, hay muchos que dicen, que Jesús lo único que hizo fue servirse de las
enseñanzas aportadas por Confucio, Krisnha, Zoroastro y Buda. ¿Qué opináis?
Ramatís: Volvemos, una vez más a deciros, que la humanidad siempre fue visitada por Espíritus
orientadores, ni bien tuvo sensibilidad y fue capaz de recibir los nuevos mensajes, aunque no fuera
capaz de comprenderlos íntimamente en su sentido espiritual. Lo Alto siempre transmitió hacia la
tierra, antes de Jesús, la misma índole de esclarecimientos y liberación espiritual para los hombres.
Los conceptos predicados por el divino Amigo, recomendándonos el "amaos los unos a los otros" y
"haced a los otros lo quisierais que os hagan", habían sido enseñados anteriormente en la Lemuria,
Atlántida, Caldea, Fenicia, Egipto, Grecia y en la India, por medio de misioneros como fueron Numú,
Antulio, Anfión, Rama, Hermes, Krisnha, Buda, Confucio, Zoroastro, Orfeo, Pitágoras, Sócrates y
otros, mientras que en la era actual fue pregonado por elevados Instructores como Rama-krisnha,
Maharshi, Ghandi y Allan Kardec.
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Ese tema propuesto por Jesús está muy bien detallado por los siguientes evangelistas: Mateo, Cáp. VI, vers. 19, 21,
24 y 34; San Lucas, Cáp. XII, vers. 22, al 34.
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