fenómenos o procesos extraterrenos. Jesús, por su elevada jerarquía sideral, tampoco escaparía a
venir a la luz del mundo sin alterar la virginidad de María y ser concebido "por obra y gracia del
Espíritu Santo".
Todavía existen otras preocupaciones respecto a ciertos acontecimientos, como ser si José y
María se trasladaron para atender al empadronamiento ordenado por los romanos. Si realmente
sucedió así, sólo pudo ocurrir en el reinado de Quirinus, después de la caída de Arquelao. Pero, si
Jesús nació bajo el poder de Herodes, conforme aseguran los dos evangelios
4
, entonces el viaje de
José y María rumbo a Jerusalén no se realizó, porque en el régimen de Herodes no hubo ningún
empadronamiento.
Todavía se multiplican las dudas y discordancias respecto a Jesús, pues hasta los espiritas, a
pesar de los muchos esclarecimientos que poseen respecto a la vida espiritual, también divergen
sobre la naturaleza del cuerpo del Maestro. Una parte admite a Jesús con un cuerpo físico, sujeto a
las contingencias comunes de la vida carnal; otros prefieren la tesis de los "Cuatro Evangelios", de
Roustaing, obra más afín a las revelaciones mitológicas del catolicismo y responsable por la
concepción del "cuerpo fluídico". Además, esa apreciación de si Jesús tenía un "cuerpo fluídico", se
ajusta al misterio de su "ascensión en cuerpo y alma", lo que no es admitido por los espiritas
kardecistas.
Esas discusiones sobre las características o minucias de los acontecimientos ocurridos, es una
pérdida de tiempo, pues lo más importante es su vida de abnegación y sacrificios ilimitados, en el
sentido de "salvar" a la humanidad. Belén o Nazareth, el hogar o el pesebre (establo), cuerpo físico o
fluídico, milagros o trivialidades son circunstancias incapaces de influir sobre el contenido de su
Evangelio, el más avanzado Código de Leyes de perfeccionamiento espiritual. Jesús vivió siempre en
sí mismo las enseñanzas y conceptos salvadores, predicados para el hombre terreno, y obviamente,
que es mucho más importante y valiosa su doctrina y no los aspectos humanos del ambiente donde
nació y vivió. La consumación de su holocausto en la cruz fue el coronamiento mesiánico y la
confirmación inconfundible de toda la doctrina recomendada a la humanidad, sin derogar las leyes del
mundo material, pues sus "milagros" nada tenían de sobrenaturales y podían ser fácilmente
explicados por las leyes de la física trascendental con relación a los fenómenos mediúmnicos, hoy
muy conocidos.
Jesús, aunque fuera un ángel exilado del cielo, vivió junto a los terrícolas, luchando en la vida
humana con las mismas armas, sin privilegios especiales y sin recurrir a interferencias extraterrenas
para eximirse de las angustias y dolores inherentes a su tarea mesiánica. Su programa en la tierra,
estaba destinado a salvar al sabio como al rico, al iletrado como al pobre, por eso enfrentó las
mismas reacciones que eran comunes a todos los hombres, soportando las tendencias instintivas .y
los impulsos atávicos, propios de su constitución biológica hereditaria, aunque se le atribuyese un
linaje excepcional de la estirpe de David
5
. El Maestro movilizaba todos los recursos posibles para
evitar su desencarnación prematura, pues su cuerpo de carne se resentía por el potencial elevado de
las vibraciones sidéreas, emitidas por su Espíritu angélico. Vivía en algunos minutos, los
pensamientos, las emociones, ansiedades y angustias que los terrícolas no conseguían vivir en una
existencia. El ritmo del metabolismo de su vida espiritual ultrapasaba el límite áurico de toda la
humanidad terráquea, y sus raciocinios estaban más allá del tiempo y el espacio, agotando al cerebro
material.
En su hercúleo esfuerzo para colocarse a gusto en la carne, Jesús se asemejaba a un rayo de
Sol intentando acomodarse en una modesta vasija de barro. Su mente vivía en constante tensión,
cuyo impacto se descargaba sobre los plexos nerviosos, oprimiéndole el cerebro, los nervios, la
sangre y los vasos capilares, resultando peligrosos inconvenientes en la red circulatoria. El torbellino
de pensamientos creadores vibraba y descendía de la superconciencia, entonces, recurría a los
ayunos periódicos para que su espíritu consiguiera mayor libertad en esas fases preagónicas de
4
Mateo, cap. II, vers. 1. Lucas, cap. I, vers. 5.
5
Lucas, cap. II, vers. 4. 2ª Epístola de Pablo a Timoteo, Cáp. II, vers. 8.
11