tribuyen para ese negocio tradicional del sacerdocio organizado, como es el mantenido por el Clero
Romano moderno. Aunque las ofrendas religiosas o tasas para los templos de hoy es voluntaria, el
negocio progresa día a día.
Tal como sucedía en la Judea en el tiempo de Jesús, hoy se cobran en las Iglesias tasas para el
bautismo, casamientos, etc., etc. Al lado del templo, la librería vende escapularios, santos, rosarios y
reliquias bendecidas por los sacerdotes. La organización progresa realizando campañas bulliciosas
para el nuevo "vitraux", o la nueva torre de la iglesia o para revocar las paredes. Se pide el óbolo para
promover acciones sociales en los barrios pobres, se requiere ayuda para las procesiones o el
traslado de las imágenes y los congresos eucarísticos que en definitiva afectan los cofres del tesoro
público. Raras son las autoridades públicas que no sancionan las pesadas subvenciones para
construir un lujoso templo como futuro patrimonio estético de la ciudad, o bien, para edificar
seminarios de sacerdotes y palacios episcopales.
Por consiguiente, no os será difícil comprobar lo que sucedía en Palestina en el tiempo de Jesús,
cuando el Clero Judaico, que tenía enorme influencia sobre el pueblo y las autoridades romanas,
abastecía sus arcas mediante pesados impuestos y tributos para mantener la clase parasitaria. Hoy,
sin la fuerza de otrora y contando apenas con la capacidad de adoctrinar e influir sobre los creyentes,
el Clero Romano canaliza hacia el Vaticano rentas tan fabulosas como las recaudadas por el
Sanedrín en el tiempo de Jesús. No hay duda, que muchos de aquellos sacerdotes hebreos, hoy
viven reencarnados en la figura de ciertos eclesiásticos al servicio del Catolicismo Romano.
Pregunta: Cuando Jesús nació, ¿qué aspecto tenía Galilea?
Ramatís: Galilea estaba situada en la región norte de Palestina, y en el tiempo de Jesús se
extendía desde el río Jordán hasta el mar Muerto. Era una nación casi independiente, constituía una
tetrarquía bajo los Herodes. Habitaban en ella varias razas, además de los judíos, como ser los
árabes, abisinios, griegos, fenicios, sirios, gente de Tiro, Sidón, Alejandría y algunos africanos. Las
características religiosas, las costumbres y temperamentos tan contradictorios entre esos tipos, tal
como sucedía en toda la Palestina, también provocaban discordias, fricciones y discusiones, propias
de la avaricia y avidez, de lucros en sus negocios. Todo eso, presentaba a Galilea como un
mundículo alborotado y cupido, cuyos desentendimientos nacían de las cosas más fútiles y por las
razones más tontas.
Frecuentemente peregrinaban por Judea y demás provincias de Palestina, algunos rabíes que se
obstinaban en interpretar a su modo las leyes y los preceptos del Tora, que enardecía aún más los
ánimos y agravaba las opiniones contradictorias sobre la religión. El flujo continuo de especuladores,
charlatanes, mercaderes, camelleros y gente sin trabajo que trataban de quedarse en Judea,
aumentaba continuamente las discordias y las injurias, creando situaciones difíciles para las
autoridades locales.
Por encima de ese espíritu belicoso, propio de la heterogeneidad de razas, los galileos eran
hospitalarios, sinceros y buenos, pues no guardaban resentimientos entre sí. En sus contiendas
religiosas, bastante ruidosas, jamás descendían espiritualmente, pues no caían en el fanatismo,
asperezas de carácter o sediciones religiosas tan comunes entre los fariseos y saduceos de
Jerusalén. El Sanedrín comentaba y se mofaba de la devoción ingenua del pueblo de Galilea, se reía
de su simplicidad e incapacidad para adherirse a las pompas, al culto ostensivo y a las ceremonias
religiosas. Las virtudes de los galileos, que tanto remarcaba el trabajo de Jesús en la fase iniciática
de su pregonación de la "Buena Nueva", eran consideradas peculiaridades, propias de un pueblo
atrasado, tonto e incapaz.
A través del Viejo Testamento Isaías profetizaba, que la Galilea de los gentiles sería favorecida
por la luz del Señor, aunque la posteridad fijó un proverbio que decía: "no puede ser buena cosa, ni
buen profeta si proviene de Galilea".
Pregunta: ¿Y qué nos podéis decir de la provincia de Nazaret, donde Jesús vivió casi toda su
existencia?
Ramatís: Nazaret, en la época del advenimiento de Jesús era una ciudad pequeña, con un poco
más de 2000 habitantes, situada entre sierras, en una pendiente de las montañas que conducía al
107