Habiendo comenzado por las raíces profundas del corazón humano, los sentimientos y
emociones casi infantiles que sustentaba el Cristianismo en su cuna, alcanzó, más tarde, el
testimonio afectivo de las mentes mucho más desenvueltas. Hoy, el Evangelio es una doctrina
respetada por los cerebros de mayor cultura filosófica y científica del mundo y considerado como un
poema de belleza y un tratado de liberación para el espíritu encadenado a la animalidad biológica.
Son muy pocos los hombres que pueden comprender las enormes dificultades que Jesús encontró en
los primeros días de su pregonación doctrinaria para que no fuera rechazada, ni superada por
cualquier excrescencia del mundo.
Los espiritas de hoy pueden comprobar con qué celo el Maestro Jesús cuidó la pureza iniciática
del Cristianismo, semejante al que ellos hacen para evitar que el Espiritismo codificado sufra
deformaciones o se introduzcan prácticas supersticiosas, que son impropias a su mensaje de
liberación espiritual.
He ahí, por qué Jesús tuvo que recurrir a los hombres brutos, ignorantes e intempestivos, pero
simples, francos, humildes y sinceros en su emociones, como fueron los apóstoles. Ellos jamás
contradecían las enseñanzas del Maestro, ni se le oponían con determinaciones que no estuvieran al
alcance de sus mentalidades simples. Se embebían en las palabras que le transmitía sobre el "Reino
de Dios" y creían ciegamente en aquel mensaje de ternura y esperanza espiritual. Esos seres fueron
el cimiento vivo que solidificó los fundamentos del Cristianismo, hasta que se hizo resistente e inmune
a las influencias de los credos paganos de la época y a las distorsiones religiosas, propias de las
falsas interpretaciones personales.
Jesús, debido a su fabuloso conocimiento sobre la psicología del alma humana, sabía de los
perjuicios que su obra sufriría si recurría primero al intelecto de los hombres, antes de hablarles a-su
corazón. Sus primeros discípulos tenían que ser criaturas sin complejos, con emociones
espontáneas, tal como son los niños, "porque de ellos es el reino de los cielos". Artista Divino, trabajó
hace dos mil años con un material tan deficiente como era el pescador, el campesino, el publicano o
la prostituta, pero supo esculpir en la carne humana, las figuras monumentales de un Pedro, Juan,
Mateo, Tiago, Timoteo, Magdalena y tantos otros. Una vez que consolidó la base del Cristianismo en
el corazón de los simples, entonces lo Alto recurrió con más propiedad al intelecto, atrayendo al
movimiento liberador cristiano a Pablo de Tarso, José de Arimatea, Nicodemos y Gamaliel, hombres
de cultura y elevada capacidad que gozaron de cierto prestigio junto al Maestro, pues eran simpáticos
a la doctrina de los esenios
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, y eran humildes de espíritu.
También estamos obligados a reconocer que la doctrina, cuyas bases Jesús asentó con la rudeza
y simplicidad de un Pedro, la sublimación de la Magdalena y la sinceridad del publicano Mateo, más
tarde, generó un San Agustín, discípulo apasionado de Platón y cuya elocuencia al exponer la
Teología Cristiana, sacudió a Roma y a Cartago. Así también, podemos mencionar al mayor filósofo
de la Iglesia, como fue Tomás de Aquino, uno de los mejores genios de la Edad Media en la
propagación del Catolicismo. Mas, previendo el peligro que el intelecto encerraba, aristocratizando
excesivamente al clero por la idea cristiana, la Administración de lo Alto recurre al espíritu que fuera
el Apóstol Juan, para hacerlo vivir en la admirable figura de Francisco de Asís, lleno de renuncia e
inmaculada pobreza. Así, el calor cordial del sentimiento purificado y la abdicación de los bienes
transitorios del mundo, vividos por el fraile Francisco de Asís, reactivaron nuevamente la fuerza
cohesiva y poderosa que cimentó las bases del Cristianismo en las actividades de los sencillos
pescadores, campesinos y publícanos. En la comunidad de la Iglesia Católica, transformada en
museo de granito y mármol, cultivando los oropeles y los trajes costosos de los sacerdotes, lo Alto
colocó a Francisco de Asís a manera de invitación para que todos los eclesiásticos retornaran al
Cristo-Jesús de la simplicidad, de la renuncia y del Amor. Desgraciadamente, fueron muy pocos los
espíritus que se hallaban en el seno del Catolicismo y que entendieron el divino llamado, es decir, los
preceptos elevados del Cristianismo nacido a la orilla del mar de Galilea.
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Nota del Revisor; Esenios o Terapeutas, cuya fraternidad pierde sus raíces más allá de las civilizaciones conocidas.
En remota antigüedad, fueron conocidos como los profetas blancos, para los cuales, la reencarnación y la Ley de Karma
eran asuntos familiares.
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