Ramatís

periespíritu bajo sentenciosa prescripción evangélica.

La Medicina se concentró en una lucha intensa y feroz con-

tra el mundo microbiano, olvidando que él es un “motor” que 
funciona bien o mal, de acuerdo con la voluntad ordenadora o 
el comando irascible del espíritu, plasmando en el mundo exte-
rior los impulsos de la vida interior.

PREGUNTA: – Creemos que solamente la investigación de 

laboratorio será la que ha de contribuir a la más pronta cura-
ción del cáncer. ¿No es así? ¡Es el procedimiento que nos parece 
más sensato para que la Ciencia logre éxito, contando con los 
recursos terrenales!

RAMATÍS: – No desconocemos los esfuerzos heroicos y la 

firmeza de ideal de innumerables médicos y científicos, que se 
dedican abnegadamente a la curación de los cancerosos. entre 
tanto, a medida que el hombre vaya comprendiendo la verdade-
ra función del dolor y del sufrimiento, como proceso de limpieza 
psíquica de la vestimenta espiritual, las investigaciones y las 
preocupaciones humanas se irán inclinando más atentamente 
hacia la causa mórbida milenaria, enraizada en el espíritu.

Considerando que el organismo físico es una agregación de 

órganos que componen un todo vivo, que debe pulsar coheso 
bajo la combinación armoniosa de las energías mental, astral, 
etérica y física, se reduce el éxito médico cuando lo examina 
apenas en sus partes constitutivas. el laboratorio, en su investi-
gación loable, suministra los elementos materiales para auxiliar 
el diagnóstico de la “enfermedad’”, pero no habilita al médico a 
conocer el todo psicológico del enfermo. a veces, pese a la exis-
tencia de varios exámenes negativos de laboratorio, que asegu-
ran la ausencia de bacterias, bacilos, parásitos, gérmenes con-
siderados ofensivos y que, por tanto, niegan la presencia de la 
enfermedad sospechada, el paciente continúa enfermo, pues es 
una unidad orgánica perturbada en su todo y no solamente en 
partes aisladas. Son los vicios, los hábitos perniciosos, las emo-
ciones descontroladas, los pensamientos dañinos y los objetivos 
inmorales, que se constituyen en los elementos fundamentales 
y que se materializan más tarde en la forma de prolongaciones 
enfermizas, los que interpenetran mórbidamente la admirable 

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