Ramatís
nocimiento puro. Sin duda, a medida que el alma evoluciona,
se impersonaliza, pues extinguiéndose en ella la ilusión de la
separatividad, se integra más pronto en la Conciencia Cósmica
del Creador. de ahí el motivo por el cual las religiones conside-
ran como virtudes todos los esfuerzos y provecho espiritual que
el alma emprende para lograr su más pronto progreso; mientras
que los pecados significan justamente todo aquello que retarda
la ascensión espiritual. la ley del karma funciona entonces en
su mecanismo evolutivo impulsando a aquellos que se retardan
al encuentro de la Luz, de lo que resulta una acción dolorosa y
desagradable, pero necesaria para garantizar el ritmo provecho-
so de la ventura sideral.
Sucede que, en sus encarnaciones, los espíritus producen e
incorporan en sus ropajes espirituales fluidos tóxicos que son
frutos de sus desarmonías mentales y emotivas, que posterior-
mente necesitan ser expulsados con el fin de que no impidan la
ascensión a los altos niveles de las regiones paradisíacas. del
mismo modo que el ave enlodada no consigue alzar el vuelo
para disfrutar las delicias del espacio sin límites, el periespíritu
sólo consigue nivelarse en la frecuencia vibratoria angélica des-
pués que se libra de sus impurezas astralinas.
el cuerpo carnal — que está plasmado por las energías
primarias del mundo terrenal — durante la materialización de
sus sensaciones placenteras fuertemente animales, exige que la
mente emplee el combustible energético adecuado y capaz de
actuar en la misma frecuencia vibratoria inferior. los residuos
de ese combustible astralino derivado de la escoria animal, que
son productos energéticos de bajas fajas vibratorias en las que
la mente necesita actuar, se agregan y se condensan después en
el tejido delicado del periespírítu, reduciendo su patrón magné-
tico específico. Con el tiempo, esos tóxicos o residuos pernicio-
sos del mundo astral todavía adheridos al periespírítu, tienden
a petrificarse y a impedir, por tanto, las relaciones normales del
espíritu con el medio ambiente. entonces, deben ser desagre-
gados a la mayor brevedad posible, para que la luz fulgurante
de la intimidad del alma pueda influir como divina profilaxia
sideral, aseando la delicada vestimenta periespiritual.
durante la decantación de esos residuos deletéreos, que
294