Fisiología del Alma
de desconfiar de tal afirmación, por hallarla bastante pueril.
¿Existe algún fundamento en esa advertencia?
RaMaTÍS: – la dosis homeopática — ya lo hemos dicho
— es un campo energético cuyo fin no es funcionar a seme-
janza de los medicamentos masivos o alópatas. Si os fuese po-
sible examinar por la videncia el efecto de las altas dosis en
el organismo humano, tal como nosotros lo podemos observar
mediante nuestra visión espiritual, verificaríais que el cataliza-
dor homeopático de elevada dinamización interpenetra toda la
zona vital del enfermo en todos los sentidos, formando un aura
en una extensión de 3 a 4 pulgadas de diámetro, en torno al
cuerpo, que parece disolverse en franjas ondulantes. ese campo
energético se va condensando poco a poco por su descenso vi-
bratorio, siendo absorbido lentamente por el organismo carnal,
que se renueva en su potencial de fuerzas.
el vehículo acuoso que sirve para la dosis infinitesimal sig-
nifica el condensador o el sustentador de la energía catalizadora
que transfiere la carga de fuerza al organismo físico, del mis-
mo modo que el médium espirita o el magnetizador ofrecen sus
energías al paciente. en la medicina homeopática, la sustancia
mineral, vegetal o animal, después de haber sido potencializada,
es transferida por vía bucal, mientras que en el pase espirita o
magnético, es el médium o el magnetizador quien aplica direc-
tamente el quantum en el enfermo.
Puesto que que la alimentación carnívora produce perjui-
cios en la terapia homeopática porque corrompe el cuerpo vital
del enfermo con los fluidos inferiores de la carne del animal,
siendo necesario economizar las sutiles energías despiertas
por la dosis infinitesimal, no os debe extrañar que un jabón
alcanforado, sulfuroso, alquitranado o el perfume fortísimo de
ciertas esencias, produzcan también incesantes bombardeos de
partículas alfa, ofensivas al campo energético dinamizado. Des-
de el momento que determinadas sustancias como el éter, el
amoníaco o el alcanfor producen atontamiento, adormecimien-
to o excitaciones, actuando apenas por su emanación etérica,
es evidente que el aura de los jabones del alquitrán, azufre o
alcanfor, perjudiquen también la terapia energética y sutilísima
de la homeopatía. aun entre ciertos medicamentos homeopáti-
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