Ramatís
los hijos, deshaciendo amistades de años, pues al emborracharse,
abren las compuertas de su psiquismo peligroso contenido con
mucho esfuerzo durante el tiempo de su conciencia controlada.
entonces se manifiestan vanidosos, orgullosos, egoístas y envidio-
sos, y dados al odio, a la lujuria, a la crueldad y al cinismo, todo lo
cual se escondía bajo los preconceptos religiosos, impedimentos
morales de la sociedad o temores a determinadas advertencias.
la prensa diaria de vuestro mundo puede comprobarlos la
peligrosa incidencia de tales acontecimientos y emersiones del
psiquismo oprimido, cuando se rompen las compuertas de los
convencionalismos humanos bajo la acción nefasta del alcohol,
haciendo aflorar a la percepción exterior el contenido psíquico
que aun se oculta en la intimidad del hombre animalizado.
Bajo la embriaguez, se puede acentuar también la memoria
psíquica del pasado, pues el organismo carnal queda sometido
a un verdadero trance etílico que facilita la inmersión en el re-
cuerdo de acontecimientos trágicos que la luz de la conciencia
perturbaba. Comúnmente, los lazos consanguíneos que consti-
tuyen la familia, como padres, hijos, hermanos o hermanas, no
son otra cosa que la reunión de viejos adversarios que fueron
reunidos para promover el ajuste kármico. Son los verdugos y
las víctimas que pueden odiarse en espíritu, pero que no se reco-
nocen por estar disfrazados bajo los nuevos cuerpos físicos. No
obstante, durante el desarrollo alcohólico entre miembros de la
misma parentela, sus espíritus pueden ser avivados en su me-
moria psíquica, porque el periespíritu fluctúa parcialmente en
el cuerpo embriagado, aumentando su percepción en el medio
astral. así, aunque los miembros de la familia no se reconocen
entre sí como los antiguos adversarios, ellos se “entienden” bajo
la influencia del mismo odio y culpas recíprocas del pasado.
en tales ocasiones, es posible que se registren crímenes y tra-
gedias terribles en ciertas familias, cuando se matan hermanos,
padres, hijos, esposos, y hasta amigos íntimos, completamente
descontrolados bajo la acción peligrosa del alcohol. Se trata de
emersiones psíquicas cuyo origen atribuía Freud al “id”, o sea
el inconsciente en lucha constante para alcanzar el “Ego” cons-
ciente; pero en verdad, es la memoria espiritual anterior acumu-
lada durante los milenios pasados, que repunta entre las almas
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