Ramatís
vida en la materia, en vez de ser apenas una pieza movida por las
circunstancias engañadoras del mundo provisional de la carne.
el problema de la ventura espiritual, es, por tanto, profun-
damente íntimo e individual, pues conforme dice el evangelio,
“cada uno recibirá de acuerdo con sus obras”. Casi siempre
los bohemios alegres despiertan en el Más Allá aterrorizados y
miedosos, ante los panoramas tétricos y atroces que presencian
después de la muerte corporal. ante esa realidad implacable,
huye de ellos la el refinamiento, el sarcasmo y el lenguaje epi-
gramático con que se aureolaban en el mundo físico para ser el
centro convergente de la admiración y de la devoción de un pu-
ñado de adeptos entusiastas, pero inconscientes por completo
de la vida espiritual. los hay que se rebelan y apuntan su ironía
bajo la crítica mórbida contra los bienes de la vida y el Crea-
dor, imbuidos de despecho, debido a su frustración intelectual;
lo que puede llevarlos a engrosar las filas de los ex bebedores
desencarnados e ingresar en la multitud de viciosos que viven a
la caza de “vasos vivos”, para lograr la continuidad alcohólica
en el astral inferior. Pero también existen los que caen en sí,
bastante arrepentidos, al reconocerse como infelices espantajos
frustrados en su propia inteligencia, que les había parecido de
gran seguridad en el mundo terrestre, pero que brillaba sola-
mente entre artificios incapaces de proporcionarles la paz en el
mundo espiritual. aunque hayan sido cultos en la experimenta-
ción humana, bastante ágiles de raciocinio y ricos de epigramas
aguzados, necesitan apoyarse, después del “fallecimiento”, en la
diestra que les tiende la esposa abandonada, y hasta en los tar-
díos en el intelecto que, aunque tan subestimados en la Tierra,
consiguieron su equilibrio en el Más allá.
PREGUNTA: – ¿Podéis explicarnos con más detalles lo que
afirmasteis hace poco, sobre los cuidados y protección que los
obsesores dispensan a sus “vasos vivos”?
RaMaTÍS: – Reviviendo la leyenda que “el diablo siempre
ayuda a sus ahijados”, los obsesores rodean a sus “vasos vivos”
de todos los cuidados y proteción posibles. después de mucha
atención, experiencias y auscultaciones — que llegan a exigir a
veces algunos años de trabajo — para que el encarnado se trans-
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