El Evangelio A la Luz del Cosmos
de ser una conciencia individual que tuvo un principio o un
origen “personal” en cierto tiempo y espacio. En consecuencia,
hubo una época, o un “momento”, en que el hombre comenzó
a tener noción de existir, como la criaturita comienza a tener
noción del medio que la rodea. El hombre, también se define
e individualiza en el universo, figurando como una entidad de
importancia, cuyo camino recorre para desarrollar y ampliar su
poder creativo y estado de conciencia.
Bajo tal ejemplo, el espíritu del hombre un cierto día des-
pertó o inició el camino de su progreso de conciencia, por lo
cual, se individualizó bajo el impulso de una vibración centrí-
peta, y finalmente se personalizó en lo íntimo de la Divinidad.
La conciencia espiritual del hombre, centro indestructible de su
individualización, continúa en constante crecimiento psíquico y
cualitativo, y al mismo tiempo se expande a fin de alcanzar un
mayor volumen o porción de la Mente Universal. El proceso es
continuo e inexorable porque se ejerce y disciplina por el prin-
cipio que dice: “El reino de Dios está en el hombre”.
Pregunta:
En consecuencia, el espíritu del hombre, aunque
sea eterno o indestructible, debe tener una edad sideral, la que
debe iniciarse en una época o en el tiempo en que comenzó su
estado de conciencia particular o individualización en el Cos-
mos; ¿no es verdad?
Ramatís:
Es conveniente distinguir la edad que limita la
personalidad humana y transitoria, la cual existe solamente
entre el comienzo en la cuna y finaliza en la tumba, en cada
encarnación, con la conciencia sideral, o entidad definitiva e
inalterable, que se individualiza y desenvuelve en el transcur-
so de los siglos-A través del periespíritu, que es un organismo
preexistente y sobreviviente a todas las muertes físicas, la con-
ciencia espiritual e indestructible del hombre, se manifiesta en
cada existencia humana, materializando un nuevo cuerpo físico
y transitorio, pero sin perder el acervo y la memoria de las ex-
periencias de las vidas anteriores. En el aprendizaje periódico
que el espíritu del hombre realiza en la superficie de los mundos
materiales, desenvuelve sus poderes latentes y creadores, pasan-
do a conocer más su individualidad.
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