Ramatís
equilibrio hay sensatez, donde hay progreso, hay inteligencia!
Pregunta:
¿Qué ejemplos concretos podríais ofrecernos?
Ramatís:
En el reino animal, por ejemplo, los conejos, ani-
males cuya proliferación habría saturado la superficie del orbe,
si no hubiera sido gracias a la ley del equilibrio y a la sabiduría
divina, puesto que mueren con mucha facilidad al menor des-
cuido. Mientras tanto, los cóndores de los Andes, aves gigan-
tescas, que pueden tomar un novillito entre sus garras, lo que
sería un flagelo para los animales pequeños sobre la tierra, el
control divino e inteligente sólo permite que nazca un pichón
de cada cien huevos. Las cantidades enormes de sardinas, que
constantemente se reproducen, saturarían los mares, si no fue-
ran engullidas por las especies de gran porte. Lo mismo podría
decirse de la ballena, cuya cría se mantiene limitada bajo esa
ley de equilibrio, demostrando la capacidad del control divino
sobre los seres y las cosas.
Pregunta:
También nos habéis manifestado que el sentido
de orientación entre los insectos, aves, reptiles y animales es
prueba de otra manifestación de la sabiduría divina, que accio-
na en el mundo físico. ¿Podríais darnos algunos ejemplos?
Ramatís:
Aunque los sabios del mundo aleguen que el sen-
tido de orientación de las especies inferiores acciona en forma
instintiva, sin embargo, obedece al principio inteligente de la
Conciencia Espiritual de Dios, pues se aplican esos recursos a
los efectos de mantener la sobrevivencia de esas especies, cuyo
fin determinado no está al alcance de la comprensión del hom-
bre.
Siendo así, las golondrinas emigran en invierno hacia lu-
gares más cálidos, y gracias a ese sentido inteligente de orien-
tación, calculan anticipadamente hasta el kilometraje que de-
ben volar sobre el mar y en la medida de su resistencia física.
Bajo ese mismo determinismo, sabio y oculto, los perros apenas
olfatean un trozo de tela o prenda perteneciente al ser huma-
no, rápidamente, siguen las huellas dejadas por el dueño de la
prenda; los gatos, si son abandonados a grandes distancias, más
tarde saben retornar al mismo sitio, gracias a su propio rastro
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