El Evangelio A la Luz del Cosmos
centes y, a su vez, que nos expliquen esa situación excéntrica
del retorno a la era de las cavernas?
Ramatís:
La humanidad materialista se pasó del límite,
puesto que obedece al excesivo culto de las formas y de los pla-
ceres, cuyo desgaste es causado por el sensualismo de la vida
animal y el epicureismo del intelecto. La técnica y la ciencia del
mundo proporcionaron una convivencia agradable, confortable
y refinada del cuerpo carnal, relegando al olvido, el motivo es-
piritual y esencial de la existencia humana. Las religiones del
mundo se transformaron en instituciones de negocios y conve-
niencias políticas, cuyos componentes luchan y se someten a los
principios, para alcanzar los puestos jerárquicos, o buscan el
poder, para el cultivo específico de los bienes materiales.
En base a esa tremenda saturación provocada por la me-
diocridad de la vida, que satisface únicamente las sensaciones
del físico y exceptúa los motivos superiores de la espiritualidad,
decae en buena parte el sentido humano, el que pasa a ser do-
minado por las excentricidades y seudo novedades. Por lo tanto,
el ciudadano terrícola de la actualidad invierte los valores tra-
dicionales y elimina la línea demarcatoria de lo genial y de lo
vulgar, de lo auténtico y de lo falso, de lo cierto y de lo errado, de
lo bello y de lo calamitoso, de lo sano y de lo enfermo, del pudor
y de la libidinosidad. En la esfera de la pintura, la obra sublime
de Ticiano, Rubens, Da Vinci o Murillo, es tildada de anacró-
nica, y por demás académica, subestimada por el entusiasmo
de los tontos innovadores del arte teratológico, que abundan y
afincan su meta en las deformaciones anatómicas. Siendo así,
los espíritus primarios, sin tener aprendizaje del diseño, pasan
a ser considerados genios en su arte, semejantes a la del hom-
bre de las cavernas, en una indeseable patogenia pictórica. En
verdad, se confunde primitivismo con libre expresión del arte.
La sublime música de un Mozart, Liszt, Beethoven, Bach o
Chopin se deteriora bajo las improvisaciones mercenarias, o se
nivela a la histeria de los sonidos sin melodía alguna, mientras
sus intérpretes multiplican sus movimientos circenses del cuer-
po sudoroso. Las filosofías sustentadas por Sócrates, Platón,
Spinoza y otros, que se han dedicado con esmero a lo superior,
respecto a los orígenes y destinos de los entes creados por Dios,
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