El Evangelio A la Luz del Cosmos
manente exige un consumo de energía apropiada a su mante-
nimiento en el mundo físico. Considerando que el egoísmo es la
manifestación inferior de la vida animal, obviamente la energía
utilizada para sustentar ese estado ha de ser puesta también en
funcionamiento en las fajas o carnadas de la vida inferior de la
animalidad. Sin embargo, es una energía que mancha al delica-
do y sensible tejido del periespíritu humano, dado que deja un
residuo que lesiona, y por lo tanto, debe drenarse o eliminarse.
Pregunta:
¿El espíritu del egoísta, también drena su fluido
característico hacia el cuerpo carnal en la misma existencia, o
termina el proceso en el Más Allá?
Ramatís:
En nuestro actual ejemplo, el espíritu que peca
por excesividad de egoísmo debe drenar su intoxicación fluídica
que se encuentra adherida a su periespíritu, en forma progre-
siva y por medio de un cuerpo físico hacia la tierra. Cualquier
residuo periespiritual difícilmente podrá eliminarse en su totali-
dad en el mundo espiritual porque está formado por la energía
instintiva y propia de la animalidad. He ahí porqué es muy raro
que, en la tierra, las personas lleguen a desencarnar por causa
de la vejez, pues cuando el hombre más tiempo vive, también
drena mayor porción de su carga fluídica desde el periespíritu
hacia la carne. El espíritu sólo se libera de las encarnaciones
físicas cuando su periespíritu estuviere absolutamente limpio e
inmaculado, es decir, que ya no posee vestigios de cualquier tipo
de energía que fuera atraída hacia la vida material. Es evidente
que ello sucede únicamente cuando el ser espiritual se consagró
con la felicísima vestidura de la “túnica nupcial”, simbolizada
por el color blanco que representa la paz y la pureza.
Pregunta: ¿De
qué forma el fluido tóxico periespiritual pro-
voca la enfermedad física, si apenas produce el clima apropiado
en el cuerpo carnal?
Ramatís:
Es de sentido común que el hombre tiene en su in-
timidad orgánica todos los tipos de gérmenes, virus y ultravirus
responsables por todos los tipos de enfermedades que hasta el
presente se conocen en el mundo. Mientras tanto, tales colecti-
vidades microbianas sólo existen en “cuotas mínimas” pacíficas
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