Ramatís
la ideoplastía de la última escena de su suicidio, durante sus
últimos 20 años que aún le faltarían para completar su existen-
cia terrena. Bajo el impacto de la “onda de vida” que continúa
activando el intercambio “psicofísico”, la última escena vivida
y causante del suicidio permanece vitalizada, a semejanza de
un film cinematográfico en proyección, que se desliga y queda
permanentemente en la misma escena.
Siendo así, el que se ahorcó cubrirá el período ininterrumpi-
do de su vida física, reviviendo momento a momento, la escena
que produjo su desenlace final; el suicida por asfixia se debate
durante ese lapso, viviendo la inmersión en el río o en la cuerda
que mantenía suspendido su cuerpo; quien se arroja bajo las
ruedas de un vehículo, de un tren o salta de un elevado edificio
“en busca de la muerte, vive en el campo mental y astral de su
periespíritu las roturas y trituraciones de sus carnes y huesos.
Hay suicidas, que sufren por largo tiempo el pavoroso tormento
de sentir en sus entrañas periespirituales el efecto atroz y corro-
sivo del ácido o la soda cáustica; otros, la explosión del tiro que
le perforó los tímpanos, fracturando los huesos del cráneo, o el
puñal agudo que rompe la delicada contextura del corazón.
[13]
Pregunta:
¿Y qué sucede con los espíritus suicidas que ne-
cesitan reencarnar nuevamente?
Ramatís:
Indudablemente, el principal acreedor de los sui-
cidas es la tierra, en cuyo orbe deberán buscar la solución de
sus anomalías y reajustar su periespíritu, sometiéndose a las
rectificaciones en cumplimiento de la Ley mayor entre las leyes
cósmicas, que es la Creación y la Vida. Siendo así, el suicida que
se ahorcó modela en su periespíritu un indeseable estigma o de-
fecto técnico, plasmando por la fuerza, aun después de reducir
su periespíritu a la forma fetal imprescindible para caber en el
vientre periespiritual de la mujer terrena y renacer en la vida
material. A medida que el espíritu del reencarnante se va con-
formando en el fenómeno de la gestación carnal, también define
su configuración física de un giboso o jorobado, cuyo estigma
13
Ver la obra Memorias de un Suicida, obra mediúmnica cuyo autor es Yvonne
Pereira, en el capítulo “Los Reprobos”; también leer la obra El Martirio de los
Suicidas,
de Alerindo Mayins de Castro. La primera de las citadas obras fue publi-
cada por Editorial Kier S.A., Bs. As.
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