El Evangelio A la Luz del Cosmos
Pregunta:
Dado que se trata de entidades preexistentes
a sus propios nacimientos físicos y que se reducen periespiri-
tual-mente para conformarse materialmente en el vientre feme-
nino y materno, ¿por qué existen diferencias anatómicas v fisio-
lógicas que son específicas y hereditarias del atavismo biológico
de cierta familia, en vez de ser la configuración auténtica del
periespíritu antes de nacer?
Ramatís:
Conforme explica la ciencia genética del mundo,
la constitución del hombre es el procesamiento y el producto de
la combinación de ciertos tipos de pares de genes característi-
cos, que accionan y son oriundos de los progenitores físicos. En
consecuencia, los genes serían los exclusivos responsables de
las deformaciones, taras, insuficiencias mentales y otras ano-
malías congénitas, incluyendo la configuración sana y correcta
del cuerpo físico. En el futuro, los científicos terrícolas podrán
comprobar que los “genes” son exactamente las partículas o
probabilidades de la vida física, que funcionan entre los límites
del mundo material y espiritual. Siendo así, donde termina la
última vibración del reino del espíritu eterno, comienza la pri-
mera oscilación o inicio de la vida del mundo físico, cuyos genes
palpitan como eslabones, conexiones o vínculo que detonan el
proceso creador del hombre.
El espíritu del hombre, al encarnarse, dispone de la can-
tidad y calidad de los “genes” que le proporcionarán un tipo
de organismo físico, tanto como sea su capacidad, habilidad,
talento o graduación espiritual de agrupar favorablemente o no,
su base genética. Por lo tanto, no es una formación accidental la
buena o mala combinación de los “genes” superiores o inferiores
que proporcionará el tipo sano o enfermizo de la organización
carnal del hombre. En verdad, los “genes” sólo se agrupan de-
pendiendo de la influencia íntima del periespíritu, que de modo
específico los aglutina para después desencadenar el proceso
creador de un nuevo cuerpo físico.
Así le sucede al constructor que sólo puede edificar con-
feto y sometido interiormente a la impulsión centrípeta, más despierta de lo que
se cree, más retorna a su verdadera estatura original que poseía en la vida en el
espacio y que volverá a poseer una vez transcurrido el tiempo demarcado por las
leyes físicas de la tierra.
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