Ramatís
las múltiples conexiones que le proporcionan el camino para
trabajar con éxito y a conciencia en el mundo físico. La entidad
espiritual, en esa disminución vibratoria, va conformando los
eslabones necesarios para accionar coherente y eficientemente
en cada campo subsiguiente, pero moviendo su cuerpo carnal
sin necesidad de abandonar el mundo espiritual donde se ori-
ginó.
En grosero ejemplo, podríamos decir, que el espíritu accio-
na a través del organismo físico en el mundo material, así como
lo hace el conductor del automóvil, que lo dirige conforme a sus
necesidades, sin que por ello modifique su personalidad. El es-
píritu se mueve en la tierra a semejanza del buzo, que desciende
al fondo del río, a fin de realizar una provechosa y difícil tarea.
En esa ocasión, es necesario olvidarse de los problemas que deja
en la superficie y necesita disponer toda su atención y vigilancia
que adquirió del mundo físico, para adaptarse al medio tran-
sitorio y percibir en forma sensata la fenomenología terrena,
la cual propende para activar su evolución de conciencia en la
presente vida carnal.
El hombre no necesita morir físicamente, para sobrevivir
en espíritu. El espíritu humano es siempre la misma entidad,
sea encarnado o desencarnado. La muerte física es el desliga-
miento o la interrupción de un servicio, en donde se cortan las
conexiones que comunican la voluntad, el deseo y el poder del
espíritu sobre el cuerpo carnal.
En suma, el cuerpo que es nacido de carne, continúa siendo
la propia carne, mientras que el Espíritu, que es “preexistente”
y “sobrevive” al cuerpo, permanece como Espíritu sin que halla
alteración alguna, en su esencia íntima. Las restricciones kármi-
cas, que funcionan como recursos para restablecer la armonía
espiritual en las vidas físicas, colocan momentáneamente a la
entidad sideral en una condición educativa y compulsiva, pero
no la anulan, ni reducen el acervo adquirido a través del tiempo
y del espacio.
Pregunta: Bajo
vuestro raciocinio, ¿qué interpretación se
debe dar al tema evangélico que dice: “El espíritu sopla donde
quiere y oye su voz, pero no sabe de dónde viene, ni adonde va;
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