Ramatís
Ramatís:
Cuando el artista piensa en pintar un cuadro de
rosas en su más bella expresión, esa idea es real en su mente,
porque la tela a ser plasmada en colores, sólo se delinea men-
talmente, gracias a la rapidísima aglutinación de electrones y
átomos específicos para componer los polípticos básicos de la
memoria del cerebro físico, de cuyas transformaciones energé-
ticas el espíritu modela el pensamiento. Lo cierto es que en la
mente física hay modificaciones que tanto adquieren como pier-
den energías a fin de sustentar y evolucionar la idea fundamen-
tal de la futura pintura física, que ha de ser visible a los sentidos
humanos. En verdad, la tela reproduce la “materialización” a la
luz del día, de aquello que existía a lo vivo en el campo mental
del pintor. En el mundo de las ideas, todo es real y posible en un
plano superior, gracias al electromagnetismo de los átomos y de
las moléculas, que a pesar de su elasticidad e inestabilidad, se
aglutinan en las substancias más variadas bajo la dirección del
espíritu, tal como se fijan las tintas sobre la tela física.
En consecuencia, es la manifestación superior e ideal del
espíritu y más real de lo que es el cuerpo carnal, que es tran-
sitorio, porque todo lo que es pensado se registra en el campo
etérico del Universo, por toda la eternidad
[1]
.
Considerando que
la vida espiritual es la original y definitiva, obviamente, son más
definidos, vitales y positivos los planos intermediarios, que li-
gan a la entidad sideral a la materia, en el llamado “descenso
vibratorio”. Siendo así, lo más importante y real es el plano
espiritual, le sigue el plano mental, donde el espíritu da forma a
su pensamiento y sucesivamente le siguen los planos astral, de
la emoción y sentimiento, el etérico de la vitalidad y el carnal,
que es el más inferior y transitorio.
Cuando el hombre realiza una acción pacífica o benéfica
en favor del prójimo, demuestra por medio de diversas fases o
escalas descendentes, que separan al espíritu con la materia, lo
1
Nota del Médium:
Extraído de la obra O Aqui e o Além, de Ruth Montgomery,
edición Record; “En trance, Edgar Cayce podía aparentemente recurrir a la con-
ciencia cósmica y leer los registros akáshicos, en los cuales está expuestamente
grabada la historia de cada vida, desde el comienzo de los tiempos. Si los pensa-
mientos y actos son grabados y permanecen a través del tiempo y el espacio, el
individuo puede, por medio de la meditación, desenvolver el arte de sintonizarse
con esos registros akáshicos, casi de la misma forma que reproducimos las viejas
cintas magnéticas grabadas. Ver el pie de página número 11 de la obra El Sublime
Peregrino,
de Ramatís, Editorial KIER S.A.
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