Ramatís
equívoco se encuentra radicado en el propio hombre, puesto
que estima y perdura en descubrir el “reino de Dios” a través
del mundo ilusorio de la materia. El Maestro Nazareno advirtió
del censurable fariseísmo, en donde el hombre cultivaba ardo-
rosamente los bienes materiales, mientras trataba de eludir a la
Divinidad, negociando astutamente con los valores del “reino
divino”.
Repetimos una vez más, que el espíritu absolutamente libe-
rado de cualquier imantación física, que no sufra la influencia
material, por mínima que ésta fuera, es el que definitivamente
consigue su ventura espiritual.
Pregunta:
Definitivamente, ¿qué consigue o adquiere de va-
lor el espíritu en el tiempo que vive en contacto permanente con
la materia?
Ramatís:
El mundo de los bienes materiales o plano terrá-
queo, además de proporcionar al espíritu encarnado el deseo y
el camino para desarrollar su naturaleza creadora, le sirve para
demostrar el amor que va adquiriendo a través de las luchas y
vicisitudes que debe soportar en rigor de su progreso.
Si Dios es Amor, por lógica, intenta despertar y hacer evo-
lucionar a sus hijos; por lo tanto ese Amor, que mantiene virgen
en el seno de su alma, es la esencia de la propia Vida. Todos los
seres, como manifestación de la obra creada por Dios, tienen la-
tente e indestructible el basamento del amor. El espíritu, cuando
es ignorante de su contextura sideral, persiste en aferrarse al
culto de las formas materiales, desconociendo, además, su in-
mortalidad. Pero, ni bien vibra en los planos superiores de la
angelitud, descubre los valores preciosos de la vida inmortal,
desligándose paulatinamente de las cadenas que lo aferraban a
la materia. Es como el ciudadano que se retira de su vida labo-
riosa para comenzar a disfrutar definitivamente de su merecido
descanso físico, simbolizando el ejemplo que, una vez realizado
el período o tiempo de trabajo marcado por la ley, ineludible-
mente, pasará a vivir del merecido premio, que a su vejez mate-
rial se hizo acreedor.
A fin de sobrevivir en la lucha por adquirir el sustento dia-
rio, atemorizado constantemente por el espectro de la muerte
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