Ramatís
mismo”, y “Si tu adversario te obligara a andar una milla, ve
con él otra más”. De esa forma programó el derrotero para el
desprendimiento total y necesario de las concepciones comunes
y egoístas del mundo físico, demostrando la conducta impres-
cindible para que el espíritu se libere del yugo fascinante pero
ilusorio de la materia.
No es suficiente una vida sacrificial y desprendida, aunque
el hombre entregue todo cuanto de sí dispone a otro, si aún no
posee la humildad que le permita perdonar a sus adversarios y
autores de su infelicidad. Criticado, calumniado e infamado por
las ingratitudes de los amigos más estimados, que se encuentran
dominados por el orgullo, vanidad, celos, ambiciones, envidia
y avaricia, aún es necesario que el iniciado en la didáctica del
Evangelio tenga conciencia del beneficio y de su martirio, opo-
niendo su personalidad limpia de resentimientos, y sepa perdo-
nar, tanto como el mismo Jesús perdonó.
Sin lugar a dudas, esa no es la humildad que se confunde
con el servilismo, pues ésta no libera al espíritu de la materia,
ya que cuando Jesús anunció que los “humillados serán exalta-
dos”, se estaba refiriendo a la humildad consciente, al estado de
percepción profundo e intuitivo de la vida, en donde la criatura
cede espontáneamente para no agredir y tolera para no impo-
ner.
La humildad no es simplemente una virtud que se debe cul-
tivar deliberadamente en el sentido de creer que se alcanzará je-
rarquía espiritual. La tierra con sus dolores y vicisitudes, en vez
de un mundo expiatorio e indeseable, puede considerarse como
una escuela de instrucción espiritual, o valioso laboratorio de
enriquecimiento y embelesamiento del alma. En consecuencia,
el hombre humilde es el alumno paciente, conformado y satisfe-
cho, que mejor aprovecha las lecciones del mundo, puesto que,
una vez comprendida su realidad espiritual, no protesta y soli-
cita sin exigir, aprende sin criticar o censurar.
Pregunta:
Finalmente, ¿le cabe al sufrimiento y a la muerte
el pulimento final, para que el espíritu termine su curso evolu-
tivo?
Ramatís:
El sufrimiento y la muerte no son desmerecimien-
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