Ramatís
delineadas por el Arcángel de la tierra; sin embargo, Jesús de
Nazareth fue el único y excelso misionero, porque dejó defini-
tivamente cimentado el mensaje liberador por medio del Amor
incondicional
[8]
.
Pregunta:
Retrocediendo un poco en vuestras enseñanzas,
nos habéis dicho que un Cristo o Arcángel Planetario no puede
accionar directamente sobre el mundo físico, y que sólo puede
hacerlo por intermedio de un Mesías, como fue el caso de Jesús.
¿Podrías acrecentarnos un poco más ese aspecto?
Ramatís:
Jesús se manifestó físicamente en vuestro mundo
hace dos milenios, porque todavía podía mentalizar y recons-
truir sus vehículos intermediarios con las energías adyacentes al
campo de la vida material. Aun, todavía, es un espíritu que pue-
de tener contacto con la carne, aunque bajo extrema dificultad
y sufrimiento, como sucedió en su último descenso sacrifical.
Mientras tanto, el Cristo terráqueo, o Arcángel Planetario de la
tierra, es una potencia vibratoria de tan “elevado voltaje sideral”
—por así dar una expresión— que no conseguiría aglutinar las
energías inferiores de los planes etéreo-físicos porque los desin-
tegraría; siendo así, le es imposible materializarse en la figura
diminuta del cuerpo humano, para dirigir un cerebro carnal. Su
altísima vibración no se ajusta a un descenso vibratorio, capaz
de alcanzar las letárgicas vibraciones de la materia. Para tener
una idea aproximada, recordad el grosero ejemplo de la usina
que genera 50.000 voltios y fueran proyectados sobre la sencilla
maquinita de afeitar, que sólo consume 110 voltios, cosa que
sólo se puede alcanzar después de haberse graduado el voltaje
a través de cierta cantidad de transformadores de distintas ca-
pacidades.
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Nota de Ramatís:
En verdad, los vocablos Cristo, Crístico o cristificación, quie-
ren decir en lenguaje sidéreo, el Amor integral e incondicional, que es un estado
espiritual definitivo, de toda alma que se ha liberado de los ciclos reencarnatorios
de los mundos materiales. Siendo así, el Amor del Cristo fluyó con mayor intensi-
dad por el canal humano de Jesús de Nazareth, de cuya unión mesiánica resultó
el extraordinario beneficio para los terrícolas, que asimilaron mayor cantidad de
luz en su intimidad y elevaron su frecuencia por sobre las fuerzas esclavizadotas y
animalizadas. Ello, en verdad, quiere decir, que es el comienzo de la “segunda veni-
da” del Cristo, lo que será realizado por el camino interno del corazón, pero jamás
por medio de otra vida física y de las características que rodearon a la misión del
inigualado Jesús.
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