El Evangelio A la Luz del Cosmos
resultados emana una radical transformación en el seno espi-
ritual de la humanidad. Hasta la hora en que el espíritu toma
contacto con la luz del mundo material, deben asegurarse los
recursos de defensa y asistencia necesarios para el éxito de su
“descenso vibratorio”
[1]
.
Siendo así, ni bien Jesús completó sus
treinta años de edad y habiendo alcanzado a plenitud su facul-
tad mediúmnica, ocurrió el tradicional bautismo realizado por
Juan el Bautista, ratificado en la tela astralina de la tierra por
la paloma del Espíritu Santo, símbolo de paz, de la comunión
sideral superior, es decir, la manifestación ideoplástica de la luz
del Cristo Planetario del orbe
[2]
. Además, etimológicamente, la
palabra Christus significa Ungido, lo que en aquel entonces se
decía de Jesús, por haber sido electo para la misión de enseñar
a la humanidad terrena el Camino de la Verdad para entrar de-
finitivamente en la Vida Real y Eterna. En verdad, Jesús pasó
a ser considerado el Ungido por los apóstoles, después de la
ceremonia del bautismo, en cuyo momento los clarividentes ob-
servaron la munificente presencia del Cristo simbolizado en la
inmaculada figura de la paloma del Espíritu Santo. Se trataba
de un símbolo, el más apropiado para la sencilla ceremonia del
bautismo, desde la cual y de ahí en adelante el Cristo Planetario
comenzaría a imponerse intensamente en medio de las tinieblas
compactas de la vida humana, a través de su mensajero: Jesús
de Nazareth.
Por medio de los relatos bíblicos, se comprueba que al
Maestro Nazareno se le conoció definitivamente por “Jesús Cris-
to”, el Ungido del Señor, en la misión de transmitir y explicar
por medio de la palabra el Evangelio, que son las leyes y prin-
cipios del Cosmos.
Pregunta:
¿Podéis agregar alguna cosa más en lo que se
1
Ver el siguiente párrafo de la obra El Sublime Peregrino, de Ramatís: “En el
caso de Jesús, se trataba de una entidad emancipada en el seno del sistema solar,
una conciencia de elevada espiritualidad, que no podía reajustarse fácilmente a la
genética humana. Habiéndose desvinculado hace mucho tiempo de las energías de
los planos intermedios que lo ligaban a la tierra, necesitaba un prolongado tiempo
para volverá atravesar nuevamente las fajas de los planos de los que anteriormente
se había liberado. Entonces, para alcanzar la materia en su expresión más grosera,
tuvo que someterse a un proceso de reducción vibratoria periespiritual, a fin de
ajustarse <al metabolismo biológico, de un cuerpo carnal, a decir, ajustarse gra-
dualmente a la frecuencia de la tierra.
2
uan dio testimonio diciendo: “Que vi al Espíritu descender del cielo como una
paloma, y reposó sobre él.” (Juan, capítulo I, v. 32).
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