El Evangelio A la Luz del Cosmos
divino. Son los creyentes cuyas vidas no obedecen a los dictá-
menes del Cristo, por eso rechazan los arbustos de las enseñan-
zas superiores, por falta de savia fértil, de una creencia y fe, que
puede encarar la razón de frente.
En el primer caso, la simiente evangélica se halla expuesta
en el suelo duro y pisoteado por las actividades interesadas del
mundo material, quedando sin el amparo que le garantice la
germinación. En el simbolismo de la enseñanza, es un terreno
donde la simiente no penetra y queda expuesta en la superficie
y es tomada fácilmente por las aves. En el segundo ejemplo, la
simiente brota, pero sus raíces debilitadas, no crecen debido al
terreno rocoso, lo cual comprende a los oyentes que se encua-
dran en el dicho común, que dice: son iguales al “fuego produ-
cido por la paja”. Son criaturas de emociones pasajeras y que
prometen sin tener base alguna, cuya creencia superficial y sin
convicción no vitaliza nada de lo que les rodea. Finalmente, en
la tercera tierra, la simiente penetra, germina y crece; pero, la
planta que surge es asfixiada por las espinas y plantas salvajes
que la rodean. En resumen, en el primero de los casos, la simien-
te no es da por causa del suelo duro y pisoteado; en el segundo,
brota pero falta desarrollo por caer la semilla entre las piedras
y no poder profundizar las raíces, y por último, la simiente pe-
netra, germina y crece y la planta está absorbida o asfixiada por
las plantas agresivas o asediada por espinas destructoras.
Jesús menciona en ese tercer ejemplo, a los creyentes ca-
pacitados para el “Reino de Dios”, pero, cuyo espíritu se pierde
por el apego a los bienes terrenos o divagan en raciocinios filo-
sóficos y estériles. Debilitan la fe porque encienden una vela a
Dios y otra al Diablo. Finalmente, aparece el cuarto ejemplo en
la figura del terreno bueno, fértil y fructífero, en el cual las en-
señanzas crísticas germinan y producen frutos sazonados, por
ser mentes de espíritus más experimentados en las luchas reen-
carnatorias y parcialmente liberados de los preconceptos de un
mundo primario y dominado por la efervescencia del instinto
animal. Alcanza a las criaturas rectas y buenas, que aceptan al
Cristo y se integran a las normas evangélicas de liberación espi-
ritual, sin recelos, con absoluta sinceridad y fe. Son los creyentes
que demuestran a la luz del mundo una vida sana, simple y
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