El Evangelio A la Luz del Cosmos
campiña o tomar los bienes del prójimo; ni tampoco menciona
a los políticos del mundo, que mistifican en la siembra demagó-
gica y sólo tienen presente su bien personal, sino al labrador es-
cogido como símbolo del sembrador, que arroja la simiente del
Evangelio en el campo de las mentes humanas y que aguarda,
pacientemente, el fruto basado en el amor y la tolerancia, por
causa de la ignorancia de su prójimo.
En las expresiones figuradas por el Cristo Jesús, las diversas
especies del suelo en donde fueron arrojadas las simientes, ci-
tadas en la parábola, corresponden a las variadas graduaciones
del alma humana, cuyas variantes son la pureza, la inteligencia,
Ta ternura y especialmente, el espíritu liberado de preconceptos
y eficaz receptáculo de la simiente de la verdad espiritual. El
Maestro distingue en forma sutil, y al mismo tiempo, identifica
el grado espiritual de cada tipo de criatura humana, conforme a
la reacción manifestada por la simiente que le es ofrecida en la
enseñanza del Evangelio. No es difícil distinguir el terreno árido
del convencionalismo social, de la pretendida cultura, de la li-
bertad lujuriosa o del fanatismo religioso, dado que muchos son
esclavos de las circunstancias de su educación, poder, fortuna,
distinción social o primitivismo anímico. Por eso, ciertos grupos
humanos reaccionan negativamente en lo referente a la activi-
dad sembradora del Señor, por fuerza de su condicionamiento
educativo o por temor a perjudicar los intereses mundanos de
una falsa sociedad que censura a la madre soltera, enriquece
sus arcas explotando al obrero, pero malgasta las horas de sus
noches jugando y derrochando el dinero descontroladamente.
En consecuencia, Jesús se refiere simultáneamente a los
variados tipos de terreno, los cuales, unos se prestan para las
siembra del labrador cumplidor y otros a los que todavía des-
perdician la buena semilla, por ser terreno improductivo. Al
mismo tiempo y a través de las imágenes, hace sentir y ubica a
los oyentes en el lugar que les corresponde, en lo que respecta
a la siembra. Siendo así, el primero de los terrenos es el impro-
ductivo, pisado e imposibilitado para que la simiente germine,
y corresponde al tipo de oyente que se rige por la censura fría,
apegado a los convencionalismos humanos, donde la simiente
portadora de la verdad no penetra y será fácilmente arrebatada
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