Ramatís
Pregunta:
Sin embargo, hay quienes creen que la ciencia
elimina el misterio de la fe; ¿cual es vuestra opinión?
Ramatís:
Sólo puede hacer tal juzgamiento, el científi-
co parcial, aquel que únicamente realiza su investigación sis-
tematizada en la negativa, en el dogma o en los preconceptos
académicos, puesto que el hombre puede investigar, examinar,
deducir y sacar conclusiones, sin abdicar de su fe. La verdadera
ciencia está exceptuada de los preconceptos, acepta los fenó-
menos y trata de explicarlos a priori. Cualquier persona podría
ser un científico sin eliminar el calor de su confianza ilimitada
en los poderes superiores y principios directrices de la vida cós-
mica. Es ridículo, que el hombre juzgue ser un científico puro,
porque únicamente investiga la relación entre los seres, pero no
percibe las relaciones entre sí y la Divinidad, puesto que entre
su capacidad y la del ignorante, siempre ha de primar la del
ignorante por fuerza de su primitivismo.
La Ciencia no es el poder máximo del mundo, ni la garantía
suficiente que determina lo que es real en la vida; paradójica-
mente, es un camino más que ayuda a desarrollar la intuición, y
más tarde la aplica para descubrir las causas del mundo oculto,
fuente verdadera de la existencia humana.
La Fe es el producto de la Intuición, y la Intuición es el len-
guaje oculto del Señor, que nos habla en nuestro interior. Es la
“Voz del Silencio” de la Divinidad, en un constante intercambio
con su creación, ajeno a las fronteras del tiempo y del espacio.
El hombre se ayuda con los instrumentos en su investigación
científica en el mundo transitorio de la materia, como recurso
para desenvolver su capacidad de investigación a través de la
vida oculta del Espíritu, eterno y consciente. En los planetas
más evolucionados que la tierra, no es la forma lo quo orienta al
hombre sino el hombre quien orienta a la forma. No es la envol-
tura material la que debe inducir o demostrar la existencia ínti-
ma del espíritu inmortal; más es el espíritu indestructible el que
da forma al cuerpo físico y perecedero. El científico busca lo real
en la periferia de la forma para encontrar la intimidad psíquica;
entonces, su fe se robustece, una vez que satisfizo las exigencias
del raciocinio humano. Y conforme nos dice Allan Kardec: “La
fe sólo es fe cuando puede encarar la razón cara a cara”.
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